La maraña de la red, las redes de la comunicación

 

La delicia del sistema, sus ventajas notables y todo ese bagaje que nos invita a un viaje tan especial como trepidantemente dichoso nos ofrecen un nuevo modelo en lo social, en lo económico, en lo cultural, en lo formativo y en tantos y tantos aspectos que la reflexión diaria casi se tercia una necesidad. Con este artículo pretendemos ayudar a conseguir un poco de más luz.

 

Internet, un nuevo modelo comunicativo

 

Todas las profesiones van cambiando con la misma evolución de la sociedad. Es el caso también de la periodística. En la era de Internet, la mirada se tercia expresiva cuando trazamos los ejes que hay en común entre la ciudadanía, la educación y el papel de los medios informativos, pero, en su sencillez, igualmente es clara cuando tratamos de adivinar las claves de la profesión de periodista, sobre todo ahora en esta etapa caracterizada por los nuevos medios informáticos y tecnológicos. No hay parangón ni en el itinerario ni en el ritmo de progreso técnico, y, a la postre, social.

 

Creo que el Periodismo evoluciona con los mismos cánones y desde los mismos parámetros de la sociedad. Hay un cierto mimetismo que tiene muy mucho que ver con la propia idiosincrasia del uno y de la otra. Esto que señalamos, constituido en verdad casi objetiva,  hace que los medios de comunicación sean una suerte de espejo del lugar y del tiempo donde estén incardinados, por mucha perplejidad o sorpresa que esta situación nos pueda generar en lo bueno y en lo malo, con sus claros y con sus aspectos más oscuros.

 

Además, el modelo avanza a pasos agigantados. Gracias a la incursión de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación, el periodista está en una etapa de adaptación en un flamante escenario caracterizado por la democratización de la Información. Eso dice la teoría mayoritaria, que defendemos a ultranza, aunque a veces haya disfunciones, que existen y hemos de solventar.

 

Es ésta, la actual, una fase en la que los ciudadanos participan y ayudan de una manera extraordinaria al periodista. Son los nuevos “gate-keepers”, esos generadores y seleccionadores de contenidos multimedia gracias a la incursión de Internet (nos referimos a los “e-mails”, a los “blogs”, a las redes ciudadanas, a las listas de distribución, a los diarios digitales). Nos hallamos ante todo un entorno digital que invita al periodista a interactuar con toda clase de ciudadanos, y eso es bueno porque nos enriquece mutuamente, haciéndonos partícipes de la realidad misma desde distintos ángulos.

 

El ciudadano, esencial

 

Tengamos en cuenta que se muda igualmente la interpretación, que el modelo de medios de comunicación caracterizado por una relación unidireccional, representada a menudo en la comunicación con instituciones públicas y privadas, ha cambiado a favor de un modelo omni-direccional y retro-alimentado por la aportación de los ciudadanos a través de las denominadas TIC´S (Tecnologías de la Información y de la Comunicación). Ésta es la gran revolución de finales del Siglo XX y de los albores del XXI.

 

Pensemos en positivo, y digamos que hay todo un panorama que abre una flamante visión esperanzadora y genera, paralelamente, un nuevo eslabón en la situación del Periodismo. La escalera permite, no lo olvidemos, más peldaños. Las entradas informativas, las propias fuentes, desmenuzan y articulan una realidad tan ingente como variopinta.

 

Es necesario describir este “paisaje” o “paisanaje”, que dirían nuestros escritores y literatos del 98, para demostrar que el periodista es más que nunca un portavoz de la sociedad, y que es imposible, debe serlo, cerrar los ojos a una realidad que el propio público al que se dirige le está brindando al mismo tiempo.

 

Sin duda, el contenido que genera la sociedad en la Red es también un referente para que los profesionales de la comunicación puedan orientar su discurso informativo desde los distintos “mass-media” en los que laboran y a los que representan. El intercambio de perspectivas, en éste como en otros supuestos, es edificante y constructivo. Procuremos ver los árboles y el propio bosque. Hay mucho todavía que aprender ante este avance tecnológico.

 

Ilusión en la Red

 

La llegada, la aparición, la puesta en escena, de las nuevas tecnologías de la información ha supuesto una gran revolución en todos los sentidos. Es evidente que el aporte de espacio, de sitio, de posibilidades para escribir es tan inmenso como infinito. En este sentido, se ha dado un auténtico vuelco, una extraordinaria revolución. No hay nada comparable a lo largo de la historia del ser humano. Ahora no es necesario el papel, con sus condicionantes, no es necesario un lugar determinado y determinante: ahora tenemos casi una eternidad de posibilidades.

 

La Red de Redes se ha convertido en la gran editora de nuestro talento y de nuestras capacidades en lo literario, en lo artístico, en lo intelectual. Ya no podemos decir que no tenemos un soporte que nos haga de altavoz, que existe, que se da de una forma, en un continente y de una manera que podremos llegar hasta donde queramos.

 

La sensación de cooperación que se puede apreciar en Internet es tal que nunca antes pensamos que se podrían crear comunidades virtuales tan extensas a través de instrumentos como los “blogs”, los “chats”, los portales, o la multitud de documentos que vamos “colgando” por aquí y por allá. Todo está al alcance de todos. Quizá el problema pase por la cantidad de información que hemos de ir desbrozando en un universo excesivamente amplio, sin fronteras, con un enorme caos, o más bien desorden, en algunos aspectos.

 

Entrada para todo

 

De manera paralela, contamos, y gozamos, de increíbles agendas, de ingentes bibliotecas, de estupendas enciclopedias de las más diversas especialidades, y a todas ellas podemos acceder a través de Internet. Casi un milagro por la satisfacción que nos procuran. El giro ha sido de 180 grados.

 

Los límites económicos, en sentido estricto, ya no existen. Poco a poco podemos ir introduciéndonos en los más diversos rincones a través de una maraña de datos, de cifras, de eventos y de sus correspondientes interpretaciones. La sensación de libertad puede ser inconmensurable. Lo es.

 

El futuro de lo digital nos traerá lo que queramos que sea, no lo olvidemos, pero también hemos de tener presente la idea de un aprendizaje perpetuo en cuanto a las nuevas tecnologías, en cuanto a los valores que aportan, y también en lo que respecta a la necesidad de saber descifrar las claves y de tomar en consideración lo verdaderamente evaluable. Urge, en este sentido, una cierta deontología y el desarrollo de un afán de aprendizaje continuo y de ida y vuelta. La cultura tiene muchos dones, muchos perfiles, muchas caras: es importante que les saquemos provecho.

 

Paralelamente, es necesario que el placer por la red vaya acompañado de una pasión por lo que hacemos, por cómo lo hacemos, por una evolución integral de los medios, y, fundamentalmente, de las personas.

 

La comunicación como complemento social

 

Cuando parece que todos estamos más que conciliados en la opinión contrastada que indica que la comunicación ofrece un valor añadido en nuestras vidas, ya sea en la esfera personal como en la profesional, sin desdeñar los ámbitos sustanciales del estudio y del ocio, hemos de empezar a sustentar la necesidad de creer en un rápido desarrollo de las nuevas tecnologías de la información para fomentar el diálogo y el conocimiento en los contextos en los que nos movemos.

 

A menudo, el aprendizaje no brinda una rentabilidad contable y a corto plazo, y, si la ofrece, no siempre se ve de una manera palpable. La rutina atroz que nos hace pensar en resultados en un emplazamiento casi a tiempo real nos deforma en las apreciaciones sobre cuanto ha de ser, y es, la utilidad de los avances telemáticos, y, fundamentalmente, en lo que concierne a Internet.

 

No vamos a desdeñar ese axioma que dice, y casi dicta, que la información es poder. Lo que también es cierto es que la comunicación, el flujo de información desde un punto a otro punto, o desde unas fuentes a otras, produce un crecimiento solapado en los niveles de progreso societario, económico, cultural, etc.

 

El camino más corto de un lugar a otro, nos indica la matemática, es la línea recta. Ahora este itinerario está marcado por las hojas de ruta de Internet, por una comunicación interna y externa de las empresas y/o de las instituciones, que tratan de “fidelizar” con el reclamo de su verdad a sus trabajadores y a sus consumidores, entendidos unos y otros en sentido amplio.

 

Un itinerario lleno de opciones

 

La tecnología ha supuesto un salto tan extenso como trepidante, tan revolucionario como arrollador, tan bueno como temeroso, tan gigante como cercano, tan espectacular como sencillo, tan estrecho como distante, tan lleno de posibilidades como de vacíos. Todo depende de que mejoremos, también a pasos enormes, nuestras dosis de interpretación sobre esa realidad mudada a la que nos enfrentamos cada día con opciones elevadas a la enésima potencia.

 

La grandeza del sistema sigue estando en el ser humano, a menudo apabullado por las fuerzas de un nuevo escenario donde la máquina produce como nunca, oferta como jamás en la historia, pero también como en ningún otro momento ha de disponer de un ciudadano (o ciudadana) tan reflexivo y analítico como espiritual. El conocimiento -la verdad bíblica- nos presenta libres, siempre y cuando hagamos un buen uso de él y sepamos de su genuina valía.

 

El esfuerzo comunicativo exige una actitud y una actividad diarias. Solo así sacaremos provecho real y continuado, sin altibajos, con moderación y proporciones, a lo que luce con las nuevas tecnologías, hechas para nosotros. Ahora falta que las pongamos a nuestra medida.

 

La compraventa virtual, un nuevo espacio

 

El comercio electrónico conforma ya, desde hace unos años, y cada vez más, ese presente-futuro en el que estamos inmersos de una manera imparable. Como quiera que es claro y clave su dinamismo, es evidente, igualmente, que los portales que se dedican a él no pueden permanecer inamovibles durante años. Irían, de hacerlo así, contra la corriente normal de la vida. Marcharían, en tal supuesto, contra la propia naturaleza de las cosas, de este fenómeno en particular, y de la misma economía. Por eso las prestaciones y las alianzas dentro de este ámbito son cada vez mayores, y seguramente más productivas.

 

El escaparate de la comunicación fluye en un sentido que hace que las transacciones se basen en la economía del tiempo y en el pago por absolutamente todo. Lo que se vende, en todo caso, es la modernidad, el afrontar la prisa de una manera más efectiva, así como la eficiencia y seguridad en los diversos pasos que podamos desarrollar.

 

Uno de los más relevantes distingos que podemos referir entre el intercambio tradicional y el electrónico es la cantidad y el volumen de compras y de ventas. Hay, igualmente, una enorme serie de devoluciones, de bienes que retornamos a su origen. La espiral es imparable, y lo es con “sus pros y sus contras”. Las opciones de compra son ingentes, y aumentan sin cesar. Los expertos nos dicen que las devoluciones están a la orden del día, y, a menudo, las reclamaciones crecen en esta esfera de la economía que tanto está incrementándose en sus posibilidades, ya que las pretensiones que se brindan son muchas, y no siempre se corresponden con la realidad. No es igual, en sus resultados, el viejo hábito de comprar viendo lo que se adquiere que este otro modo virtual. No siempre se conoce la calidad de aquello por lo que se paga, y ello nos produce inevitables sorpresas de vez en cuando.

 

Necesidad de intimidad y secreto

 

En paralelo, es lógico que las transacciones e intercambios económicos se basen en la seguridad, y que puedan, y deban, ofrecer todas las cautelas del mundo, sin las cuales los ciudadanos desistirían de su uso. Aquí, el secreto y la intimidad en los pagos, y el que no hallemos interferencias, es algo más que básico.

 

Resaltemos que todo lo que tenga que ver con Internet ha de sustentarse en los estudios previos de la coyuntura del mercado. Hay que ver cuáles son los intereses de los posibles clientes, sus prioridades, los posibles obstáculos que puedan ir surgiendo en el consumo de los bienes y/o servicios que les ofrezcamos. El conocer la audiencia, al igual que la competencia, ayuda a tomar decisiones y a que éstas sean lo más acertadas que podamos para incrementar las prestaciones y la calidad de ese comercio que queremos desarrollar.

 

En todo caso, lo que debemos vender al ciudadano, lo que éste debe saber, es que este tipo de negocios, conforme se vaya consolidando y mejorando en sus prestaciones, es la forma más fácil de comprar, reduciendo tiempo, y, en muchas oportunidades, los propios costes. Es interesante que las prisas no nos engañen.

 

La Red y el matrimonio

 

Una de las últimas novedades, y seguro que ya se ha quedado desfasada por otras iniciativas (la vida va muy rápida, como sabemos), es la oferta que se está conociendo estos días y que nos refiere que, a través de algún dominio de la red de redes, nos podemos casar bajo las premisas, las consideraciones o las circunstancias que nos parezcan más atractivas. Todo se vende. La verdad es que esta iniciativa me parece original, si no fuera porque acabamos “banalizando” cuestiones que deberían ser mucho más importantes.

 

Lo cierto es que la Red ofrece de todo, y seguramente la pregunta es por qué no también el matrimonio, una unión virtual y real que puede disfrutar así, y en paralelo, de viajes, de posibilidades que a lo mejor de otro modo no podría ser.

 

Además, los niños, cuando vengan, cuando lleguen, cuando adquieran realidad, podrán ver, en sus incursiones por Internet, que sus padres fueron pioneros en una tecnología con infinitos caminos. Es, precisamente, en esa parte donde los padres deberían estar atentos para que los contenidos de sus descendientes no sean aquellos que podríamos calificar de manera unánime como “perniciosos”. Asimismo, pensemos que lo deplorable no son solo unos determinados tipos de consumo (algunos lo son en esencia, no lo olvidemos): lo malo también es que contenidos informativos no acordes a sus edades se consuman sin ningún tipo de criterio o de complemento formativo.

 

Compromiso y responsabilidad

 

Existe una ONG, igualmente muy original, que anima al consumo responsable, y, en este sentido, está haciendo campaña por los colegios de todo el país, si bien también debería hacerla entre los padres que han de ser más pro-activos en la atención de sus hijos cuando éstos consumen contenidos en la Red. Eso, lo sé, supone más tiempo de dedicación a ellos, pero ésa es su responsabilidad, algo que tampoco deben perder de vista.

 

Todo matrimonio (esto es algo más que sabido) tiene un componente extremo de compromiso. Dos personas deciden compartir sus existencias en todos los perfiles y ámbitos de sus vidas. Esto implica momentos de juego, momentos buenos, momentos más difíciles, momentos malos, tristezas, alegrías, y, en todo instante, mucha responsabilidad (recuerdo el término por importante). Cuando utilicemos la Red, un consejo más, reiterado él, pero no por eso tópico o distante, y es que nos “relacionemos” sin caer en lo trivial e insustancial. El matrimonio ha de ser equitativo, real, moderado, fiable, leal, comprendido y comprometido. Si no es así, no valdrá la pena, aunque digamos que es para toda la vida.

 

La docencia en la Red

 

Si nuestros ancestros más inmediatos (ya no digo los que se alejan un poco más en el tiempo) vieran las prestaciones y las facilidades que hoy en día nos ofrece, nos regala y con las cuales hasta nos entusiasma Internet, seguramente no darían crédito a sus sentidos, superados por una auténtica revolución intelectual y metodológica.

A través de Internet tenemos cursos de universidades, otros más modestos, un sinfín que lo son de formación profesional a distancia, de idiomas, etc., así como hallamos contenidos de historia, de geografía, millones de noticias y un número infinito de experiencias, de glosarios, de resultados y de aspectos más o menos interesantes. La “locura” es tal que hasta se produce el hastío, el cansancio y la saturación por exceso de datos y de informaciones.

 

Todo nos puede llegar por Internet. Cuando decimos todo es todo. Tenemos administración, economía (con medios), asesorías espirituales, dogmas de cualquier género, arte en sus más variopintas expresiones y un completo carrusel de posibilidades en esa navegación con rumbo excelso y extenso.

 

Mitos y realidades se confunden entre alumnos más o menos brillantes, entre ojeadores de la realidad, entre contadores y receptores de historias, con muestras variadas y con ósmosis inversas.

 

Un aprendizaje alentador

 

Internet es la red de redes, es lo global, es el todo con partes complementarias e incluso enfrentadas. El interés es ingente, desbordante, apabullante. Necesitamos darnos respuestas, pero eso no es algo fácil. Es un fenómeno tan nuevo como comprometido con el todo y con la nada. Quizá porque no podemos poner puertas al campo precisamos un aprendizaje rápido y alentador.

 

Los recursos tecnológicos están ahí, más o menos integrados, y es fundamental que sepamos utilizarlos. Los que nos consideramos adeptos a esta realidad somos conscientes de su enorme complejidad y de lo imposible de su control, salvo desde el mismo aprendizaje que queremos fomentar con las nuevas tecnologías. Si estamos abiertos al mundo, como diría el poeta Luís Rosales, seguro que podremos sacar partido a esa Red de Redes desde el respeto a los demás, desde la necesaria visión y obligación de que hemos de saber escoger y, fundamentalmente, hemos de ser capaces de contrastar lo que nos llega.

 

Chequear la calidad de la enseñanza, de las noticias que nos circundan, es la base para evitar conductismos extraños y confusiones más o menos mayoritarias. Nos hemos de apuntar a este gran fenómeno y a su efectividad en sentido total. Como primer consejo debemos aprender a evaluar su relevancia, su impacto, sus avances, sin olvidar todo lo que puede realizar de bueno y de malo por nosotros.

 

Quizá para aprovechar sinergias y experiencias propias y de otros deberíamos ponernos un lema, como ocurre en algunas esferas señeras de nuestras vidas. Desde la particular contemplación en positivo de este fenómeno, honrosa y honradamente utilizaré, ostentaré y llevaré de manera visible la frase que rezará aquello de que “yo aprendo con Internet”. En la estructura profunda nos diremos, o deberemos decirnos, “aprendo también con responsabilidad”.

 

La gran revolución de la “aldea global”

 

La unión de circunstancias y de voluntades a través de Internet es un hecho. Esto, que nos debe llevar a mirar con cautela los posibles problemas de homogenización, tiene como gran ventaja la superación de fronteras y de espacios hasta el punto de mejorar las relaciones y el conocimiento entre personas que se hallan situadas a cientos de kilómetros de distancia. Aquí reside uno de los principales avances en la Historia de la Humanidad.

 

La gran revolución en esta aldea global, anticipada por los teóricos y vivida realmente en este siglo XXI, la perciben, entre otros, los inmigrantes, que, al margen de costes y de distingos sociales, pueden acceder a lo que sucede en cualquier parte del planeta en tiempo real. No hace falta que insistamos en la mejora que esto supone para su acercamiento casi a perpetuidad a las que son sus situaciones locales de origen.

El salto tecnológico, en lo que concierne al uso del instrumental de las nuevas tecnologías, viene, como tantas cosas en la vida, de la mano de la necesidad. Los inmigrantes se acercan a sus familias superando el escollo de la distancia, gracias a los ordenadores y a su extensión misma, “la red de redes”. Mediante el correo electrónico, los “chats” y las diversas páginas Webs que les puedan ser útiles e interesar se aproximan a cuanto sucede en sus respectivas naciones.

 

Los datos son aplastantes: casi siete de cada diez inmigrantes utilizan Internet para llegar hasta el corazón de sus Estados y de sus familias. Concretamente, hablamos de un 65 por ciento. El sistema tiene la ventaja de que es muy eficaz. Además, se puede prolongar en el tiempo, se puede utilizar a cualquier hora, y, fundamentalmente, es mucho más barato.

 

El uso de los flamantes medios

 

Poco a poco, los inmigrantes se van preparando y siendo diestros en el uso y el manejo de los diversos elementos y procesos. Lo cierto es que, pese a sus contradicciones formativas originarias, muy fuertes en algunos casos, se da la suficiente adaptación, el necesario acoplamiento, para sacar partido a cuanto sucede. Los datos del estudio elaborado por la Asociación para el Conocimiento de la Población Inmigrante, relativo al consumo de medios, indican que, aunque la superación de la brecha existente es mucho más rápida en edades más tempranas, los inmigrantes de todas las edades utilizan Internet, lo que contribuye a mitigar situaciones de zozobra, de ansiedad o de soledad.

 

La tradicional carta, lenta, que a menudo se perdía, ha sido sustituida por un medio mucho más inmediato, Internet. Al mismo tiempo, se ha dado un crecimiento exponencial en el hábito de utilizar los teléfonos móviles entre la población extranjera de tal modo que casi el 93 por ciento de los inmigrantes posee un celular. También su uso contribuye a una mayor dosis de independencia comunicativa.

 

Esto no obstante, conviene que, en paralelo, haya el suficiente predicamento para que el uso de Internet sea efectivamente un reflejo de una libertad que haga crecer a las poblaciones de inmigrantes en su contacto permanente con los acontecimientos de partida en sus correspondientes países. Conviene, como en el caso de otros colectivos, que haya un uso y no un abuso.

 

La tecnología no debe ser un refugio para minorías que disminuya las referencias societarias, sino todo lo contrario. Internet, como cualquier otro invento, ha de servir para el progreso, para la mejora, para saber estar en óptimas condiciones, y, en este sentido, hoy de nuevo defendemos la educación para los medios, y lo hacemos de un modo más vehemente y rápido en el caso de aquellos que tienen que ver con las Nuevas Tecnologías. Así sea.

 

La utilización de la Red en el hogar

 

Internet comienza a ser un elemento y un instrumento cotidiano en nuestras apremiantes vidas. Los datos así lo corroboran. Además, éstos crecen año tras año. La Oficina Estadística Europea señala que casi la mitad de las casas de los españoles disponen de conexión a la Red de Redes. La cifra concreta es del 45 por ciento de los hogares. La media europea, como en otras situaciones y realidades, nos supera: se ubica en torno al 54 por ciento. No hay, por ende, grandes diferencias. A esta circunstancia hay que sumar que nuestro punto de partida hace unos pocos años era de bastante inferioridad.

Lo cierto es que el salto ha sido cuantitativo (no hace mucho estábamos en el 17 por ciento) y cualitativo (ha cambiado la mentalidad, la perspectiva). Con su uso se ha mudado también nuestro modelo de vida, con una visión más amplia de cuanto nos rodea. Informaciones pletóricas nos llegan por doquier.

 

La mayoría de las ocasiones en que utilizamos la Red de Redes es, precisamente, para consultar nuestro correo (para enviar o recibir información mediante éste) y para acceder a datos que nos sean de interés y que podemos hallar en los diversos portales. Si recordamos la labor ardua que teníamos que desarrollar hace unos años para comprobar, corroborar o contrastar informaciones, el avance ha sido colosal. Atrás quedan las enciclopedias en formato papel, que son más complicadas de utilizar y de almacenar, y siempre están, por supuesto, menos actualizadas.

 

Las comparaciones, siempre odiosas, nos dicen que estamos por detrás, en el uso de Internet, de países como el Reino Unido, Alemania u Holanda. Hemos de pensar en nuestros puntos de origen, como ya se ha dicho, y que, en paralelo, estamos superando los ya bajos índices de lectura en otros soportes, como es el caso de los libros y los periódicos.

 

Un cambio total

 

El cambio generacional se da en muchos supuestos: en lo económico, en lo político, en lo cultural, y también en lo tecnológico. Prueba evidente de que esto es así lo detectamos por el fondo y en la forma de cuanto podemos vislumbrar en Internet y, asimismo, en lo que implican y vertebran las Nuevas Tecnologías de la Información. La mitad de los hogares, y eso es mucho, tienen Internet, y eso conlleva una auténtica revolución.

 

Si miramos en positivo lo que este desarrollo lleva aparejado tenemos que admirar el hecho de que la “aldea global” lo es mucho más, pues todos estamos más cerca y más interconectados. Igualmente hemos de referir que incluso mejoran los accesos desde el punto de vista de la capacidad, y así el 39 por ciento de los hogares españoles tienen banda ancha, lo cual es un progreso muy sustancial.

 

Esto no obstante, lo que importa es que sepamos digerir toda la cantidad de información que podemos consultar, es decir, todo ese bagaje con el que podemos contar. Las opciones son muchas, y, en ese sentido, hemos de insistir en que precisamos más conocimiento que nunca sobre la gran responsabilidad que todos tenemos en este nuevo escenario. No hemos de dejar, pues, que impere el caos; y, por el contrario, hemos de poner un orden en el consumo que evite increíbles excesos que nos superen. Internet está para servirnos, para que mejoremos de verdad.

 

Aprovechar el medio Internet

 

Nuestro entorno está lleno de avances, de posibilidades, de opciones casi infinitas (nunca se pueden medir) que nos integran en una nueva era que llamamos de las Tecnologías de o para la Información y puede que incluso para la Comunicación, según los casos y los usos. Las capacidades de articulación mediática e informativa son diáfanas como el viento, y como jamás en la historia se habían planteado. El cambio ha sido sustancial, increíble, lo cual ha supuesto una revolución en sentido social, también en el profesional, y, sobre todo, en la esfera personal de cada cual.

 

Poco a poco, con este bagaje, nos vamos familiarizando con esos compromisos de aprendizaje que vienen de la mano de Internet. Construimos de manera paulatina la nueva realidad que supone el implicarnos e informarnos a través de las Webs, de los Portales informáticos. No obstante, es evidente que el salto ha sido tan ingente que siempre se producen algunos tipos de desniveles, de descalabros o de desequilibrios. No todos sabemos qué hacer ante el colosal volumen de datos y de informaciones que nos llegan, y eso en el caso de que seamos capaces de acceder en tiempo y forma a todo lo que existe (casi un tópico).

 

Como gran ventaja de Internet está la gran cantidad de información que nos faculta y nos ofrece Son muchas las fuentes y los recursos. Además procura, o puede facilitar, lo que llamamos interacción, retroalimentación, un flujo interpersonal de mensajes y/o noticias. La información va de un lado para otro, con preguntas, con respuestas. El ascenso en el nivel de conocimiento es enorme. Podemos llegar de unos asertos a otros en un tiempo increíble, con apenas ir tocando unas teclas. Siguiendo una estela lógica siempre daremos con los datos colaterales de cualquier concepto o contenido que busquemos.

 

Conectar con la docencia

 

Pero, claro, para ser sabios hace falta que seamos capaces de redondear la jugada y de interconectar los aprendizajes que nos vayan llegando, es decir, para entender lo que vemos y leemos es menester que podamos contextualizar lo que se nos dice. Si no sabemos las motivaciones de algunos hechos o el momento y los protagonistas que los rodearon, no daremos con la base necesaria que procure testimoniar con certeza que fue lo que pasó.

 

Nada en exceso es bueno. Como todo en la vida, no conviene que abusemos del tiempo, ni que vayamos demasiado deprisa. No vale una adicción permanente. No sería ni óptima ni oportuna. Si no moderamos las actitudes o los consumos, es posible que nos aboquemos a la frustración o al desdén o a la indiferencia. Hay que sacar un partido correcto a lo que se nos brinda desde el punto de vista informativo y formativo. Lo demás es distanciarnos de cuanto sucede.

 

En definitiva, hemos de aprender a seleccionar, a no consumir por consumir, a saber lo que queremos, lo que podemos, lo que nos hace más personas, lo que precisamos. La cultura no vendrá de la mano de las tecnologías porque sí: se gestará porque sepamos utilizarlas con responsabilidad y sin determinismos ni una alta rigidez. Para ello, quizás, entre otras actuaciones, es preciso generar, en paralelo, conocimientos inter-disciplinares e interculturales. De nada nos sirve que tengamos mucha información, si no sabemos detectarla y sacarle el máximo partido. Con y mediante esa manera de desenvolvernos podríamos decir que, de verdad, estamos en una nueva etapa, en una auténtica revolución del saber.

 

La multiplicidad de Internet

 

Los estudios no aportan sorpresas, pero sí avalan lo que está en el ámbito de las suposiciones más o menos consensuadas. Así, sabemos que el 71 por ciento de los docentes, en los estadios no universitarios, no utiliza el ordenador. Esto es lo que dicen los datos. Habrá excepciones. No lo dudamos. Esto se une al hecho de que apenas el 20 por ciento de la población realiza un acceso diario a Internet, lo que da buena cuenta de que se trata de una etapa en ciernes esa que representan las Nuevas Tecnologías de la Información.

 

El estudio ha sido realizado por el Centro de Investigación Educativa, y, por lo tanto, goza del prestigio y del aval suficiente para defender sus resultados donde sea menester. La disciplina de la educación por y para los medios, incluso desde los medios, es una asignatura pendiente del sistema, de la sociedad y de los diversos modelos educativos. Lo ha sido con la radio y la televisión, también con la prensa, y ahora le llega el turno a Internet.

 

A pesar de que esto es así tanto las administraciones públicas como las empresas en general tratan de adelantarse a la jugada que supone esa nueva era que supone ya y supondrán las Nuevas Tecnologías de la Información. De este modo, el Estado está en pleno proceso de instauración, entre otras medidas, de lo que se conoce como DNI electrónico, lo cual facilitará nuestro reconocimiento a todos los niveles y las acreditaciones que sean precisas en todos los ámbitos.

 

A toda prisa

 

Con él se acelerarán todos los pasos en lo que concierne a actividades de compra-venta, adquisiciones, trámites y servicios públicos y privados de la más diversa factura. Poco a poco se va instaurando, y los viejos documentos se van sustituyendo por los nuevos, mucho más seguros y más garantes de la confidencialidad. Además se gana mucho tiempo, que es el bien cada vez más escaso.

 

Como el potencial es tan alto en y a todos los niveles, el que posee el propio ciudadano, y el que tiene éste en el contexto de las nuevas tecnologías, se van ensayando nuevas fórmulas publicistas en esa esfera virtual que es Internet. Ahí está el futuro de todo, y también el de la economía. Las empresas, siempre emprendedoras y con una enorme visión de futuro, miran con ansia las ingentes potencialidades de un nuevo mercado que, por flamante, tiene todo por hacer.

 

Portales, buscadores y compañías en general se presentan en esta nueva coyuntura que barrerá fronteras y ofertará clientes y productos de manera inconfesablemente incontable. Hablamos de billones de euros. En fin, ése es el mundo en el que nos movemos, y no solo cuando nos referimos a Internet: cifras y más cifras, números y más números, cuentas de resultados. La idea ha de ser la de equilibrar los desniveles que ya se están produciendo. Hagamos de la vida y de sus progresos algo más.

 

 

Juan TOMÁS FRUTOS.